Perfil – 08-01-2007

FALLECIÓ ENRIQUE BELOCOPITOW. HOY ESTAMOS DE LUTO.

POR LUCIANA DÍAZ EN DIARIO ‘PERFIL’

EL DOMINGO 7 MURIÓ ENRIQUE BELOCOPITOW (“BELO”, PARA QUIENES LO CONOCIERON). TENÍA 80 AÑOS Y LA MENTE TAN LÚCIDA COMO CUANDO DABA CLASES EN LA FACULTAD DE CIENCIAS EXACTAS, ERA INVESTIGADOR PRINCIPAL DEL CONICET QUE CONSULTABA LOS PASOS A SEGUIR CON SU TUTOR DE TESIS DE DOCTORADO, EL MISMÍSIMO LUIS FEDERICO LELOIR. ASÍ Y TODO, NO PUDO CONTRA UNA NEUMONÍA QUE SE ENSAÑÓ CON ÉL.
Para muchos lectores su nombre puede resultar desconocido, sin embargo es en gran medida gracias a Belo que los medios (como este diario) empezaron a incorporar en sus redacciones periodistas especializados en temas de salud y ciencia.

Es que Belo fue el gran promotor de la divulgación científica en la Argentina: en los 80, luego de comprobar en carne propia el poco coe nocimiento de la gente en cuanto a lo que se hacía en ciencia en el país, creó el Programa de Divulgación Científica y Técnica de la Fundación Campomar (actualmente, Instituto Leloir), por el que pasaron varios de los periodistas que hoy cubren temas de ciencia en los medios. También dirigió la Red de Centros de Divulgación Científica y Técnica de la UBA, con el fin de difundir en lenguaje claro las investigaciones de cada facultad. Formado como investigador, Belo ayudó a sacar, literalmente, a la ciencia del laboratorio.

Yo no hice el curso en Campomar, pero me considero parte de esa escuela. Mi primer trabajo fue en el Centro de Divulgación Científica de la Facultad de Ciencias Sociales, donde mi “jefa y maestra” fue Alejandra Folgarait, una de las primeras periodistas científicas con, título gracias a Belocopitow. Y cuando hace ya un año y medio me ofrecieron editar esta sección del diario PERFIL, no dudé en llamar inmediatamente a Belo para que nos ayudara a armar el equipo de la sección (sin ir más lejos, Laura García Oviedo hizo el curso del Leloir en 2005). Era un referente – en 1997 ganó el Konex de platino en Divulgación Científica – y será muy difícil de reemplazar.

Sentía pasión por lo que hacíay era un gran generador de fondos para financiar sus múltiples proyectos; el último, la Agencia de Noticias Científicas y Tecnológicas Argentina (Agencia
CyTA).

Le gustaba estar rodeado de jóvenes. Era coherente: “Al envejecer, y me incluyo, hay una tendencia a achancharse. En este trabajo hay que renovarse con ideas novedosas, que son el patrimonio de la gente joven”, dijo en la última nota que le hizo PERFIL para conmemorar, en septiembre, los 100 años del nacimiento de Leloir.

Todavía tengo sobre mi escritorio la taIjeta de Fin de Año del Instituto Leloir en la que, con su letra enrevesada, Belo me manda un “cordial saludo” y me desea un excelente 2007. Me hubiera gustado lo mismo para él pero, paradojas del destino (y de la vida), todavía el año no había terminado de arrancar cuando se fue. Por eso hoy mi sección está de luto.

Por Luciana Díaz
Fuente: diario “Perfil”