La Nación – 10-10-2006

Educación y medios: estudio nacional con 3.000 consultas sobre consumos culturales en la argentina. Los padres critican la tv, pero igual la miran con sus hijos.

Una encuesta reveló contradicciones entre lo que los adultos dicen y hacen con la televisión. Les preocupan sus contenidos, creen que sus hijos leerían más si la miraran menos, pero algunos dejan que la vean a solas.

Los padres son contradictorios frente a los consumos culturales de sus hijos. Con los resultados de una encuesta a 3.360 padres y madres de todo el país, se puede afirmar que acerca de la televisión dicen una cosa y hacen otra. Que les importan mucho los contenidos, pero los dejan tener tele en la habitación. Que les preocupa cuánto tiempo miran, pero es la actividad que más comparten con sus hijos. Más que comer juntos, más todavía que hablar.

Para poner las cosas en contexto, los consumos culturales no son la principal preocupación de los padres. Primero está la inseguridad en las calles —hipótesis: ¿mejor que vean tele en el cuarto a que estén en la calle?—, luego están los valores “decentes”, le siguen el nivel de enseñanza y que encuentren trabajo de adultos. Pero para el 37% la violencia y el lenguaje de la TV es digno de poner el grito en el cielo.

Estos son algunos resultados que aparecen en la encuesta nacional “Los consumos culturales de los chicos y jóvenes en la Argentina”, entrevistas cara a cara realizadas para el programa Escuela y Medios del Ministerio de Educación de la Nación. Es el costado “padres” de ese trabajo.

La televisión está en todos los hogares y el 60% tiene dos o más televisores. Este es un dato inicial importante porque permite suponer por qué esa segunda televisión, el aparato que perdió un trecho en la carrera tecnológica, pasa a ser parte del paisaje de la pieza de los chicos.

Los padres dicen que les preocupa la violencia (81%), el lenguaje (79%), el sexo (75%), los valores (72%), y el contenido de los programas (72%). Para el 73% de los padres, lo que sus hijos miran es un tema de discusión, apenas debajo de la ayuda en la casa (86%) y las salidas (78%). Y sospechan (un 60%) que los chicos leerían más si miraran menos tele y que mirar televisión interfiere con la tarea de la escuela (también un 60%).

Pero al mismo tiempo mirar tele es lo que más comparten en fa milia (85%), mientras que comer (65%) y hablar (35%) va detrás. Y el 55% está satisfecho o muy satisfecho con lo que ven sus hijos, el 35% piensa que tener TV en la habitación no es “ni bueno ni malo” y el 24%, que es bueno.

“Tener televisión en la pieza fomenta dos cosas: un visionado en soledad y que pase más tiempo en su pieza”, apunta Roxana Morduchowicz, directora del programa Escuela y Medios. El 40% de los chicos en la Argentina, según este estudio, tiene televisión en su cuarto. De éstos, el 65% miran en soledad y el 50% pasa más de la mitad del tiempo en sus cuartos.

Lo llamativo es que el 60% de los chicos dice que disfrutaría ver televisión en compañía. Este y otros datos hablan de una sociabilidad que contradice al prejuicio de verlos poco sociables, amigos del aislamiento.

Los datos también enfrentan al mito que vincula a ver tele con una menor lectura. Los que miran de 4 a 6 horas por día leen la misma cantidad de libros al año que los que ven una hora diaria de televisión, y entre los lectores de 3 o 4 libros por año hay el mismo porcentaje de consumidores de televisión (chicos que miran cuatro horas diarias) que de bajos consumidores (una hora por día). Es decir, hay que asociar el “me lee poco” a otras variables. Aunque sea más cómodo culpar a la tele.

Y acá viene el qué hacer. El 43% censura algunos programas; el 36% pone un límite de tres horas por día. Pero un 52% piensa que “más regulación y control sobre los contenidos de la TV” mejorarían el uso de la televisión por los chicos. Un 43% pidió que se creen programas para chicos y jóvenes, un 35% piensa que sería mejor más orientación en la escuela, pero sólo un 5% responde que “ver TV juntos” mejoraría el uso de la tele. Es decir, la responsabilidad, afuera de la casa. El aparato, en el cuarto.

“Existen tres actitudes posibles de los padres en la relación de los chicos con la televisión —explica Morduchowicz—: de visionado compartido; de intercambio y recomendación; y de control y prohibición. A la luz de esta encuesta, los padres priorizan el control y la prohibición de contenidos y tiempo de uso. Muy pocos eligen mirar TV juntos, como una opción para mejorar el uso de la TV entre los chicos”. Y lo es.

“Mi hijo amanece con la TV”

“La tevé usa a la gente y le da determinados productos que acepta porque no recibe otra opción”, señaló el músico y productor televisivo Jorge Candia. Con su hija Julieta, de 12 años, alumna de una escuela de Palermo, se propuso ver juntos programas como TVR o El Ojo.

“Los vemos juntos porque proponen ver la televisión desde un lugar crítico, pero con humor”, contó. También confiesa que, aunque Julieta sólo ve dos horas diarias de tevé —el resto del tiempo libre lo dedica a Internet—, se prende en “Bailando por un sueño”, porque le atraen la música y la danza, que practica en el San Martín.

Desde Martínez, Aggie Flynn contó que “la consigna es una hora de tevé por día y mis hijas eligen el programa dentro de una grilla como Chiquititas”. Junto a su marido, Juan Patricio, decidieron que la tele esté “a la vista, no escondida, porque nadie se encierra a mirar y nosotros podemos tener acceso a ver algo con ellas”. Agregó que, “como la violencia, el sexo y el mal lenguaje abundan en los programas nos importa poder estar con ellos para decirles con qué estamos en desacuerdo o cuando algo no las ayuda”.

En el caso de las mayores (Lucila y Soledad, ya universitarias), el tiempo escasea por sus estudios. “La consigna que mencioné es para Clara (15), Cecilia (14) y Moira, casi 11, con la condición de que no descuiden las tareas del colegio; y no me siento a ver con ellas, salvo que sea alguna película especial”. “Si decís ‘lean en vez de mirar tevé’, no es un incentivo porque es como un castigo”, aclaró.

La productora ejecutiva de espectáculos musicales Ursula Verderame afirmó: “No me gusta nada la tevé y veo el noticiero cuando ocurre alguna catástrofe; pero creo que no vi ni el tsunami”. Su hijo Alejandro (14) “tiene el televisor como reloj que lo despierta a las 7” para ir al colegio. Sus programas son CQC, La Liga, Hermanos & detectives y Fútbol de 1ª si gana San Lorenzo. “Espía otros programas, un rato de Tinelli —que no le gusta— y el resto es la compu todo el tiempo, con el chat, mucha música, recitales y rock nacional: La Vela Puerca, Cielorraso, Reincidentes, Die Totem Hösen”, dijo.

Los chicos y la tele, socios en una alianza indestructible

Para el estudio del que ahora se conocen las opiniones de los padres se realizaron 3.000 entrevistas en todas las capitales de provincias argentinas, y otras 360 en áreas rurales. Aparece como una constante la presencia de la televisión entre los chicos de entre 11 y 17 años, quienes en promedio pasan entre dos y tres horas diarias frente a ella. Sin embargo, el trabajo encontró un componente de sociabilidad en los chicos: el 65% asocia un día divertido a salir con sus amigos, un 35% lo relaciona con “un día aburrido”, y el 50% decide su consumo cultural según la opinión de sus pares.

Para el 80% de los chicos de menores recursos, la tele es el bien más preciado. Este porcentaje baja al 60% en los chicos de mayores recursos, que lamentarían la pérdida de la TV tanto como la de la PC. Para los padres, la PC es una reina. Al 87% le interesa que sus hijos aprendan computación, y el 85% dice que se lo deberían enseñar en la escuela. El 70% lo ve como un elemento de inclusión o exclusión social, y el 69% cree que en Internet su hijo “descubre cosas interesantes”. En esta percepción positiva de la PC hay una coincidencia entre hijos y padres. El 79% de los chicos dicen que le ayuda con los estudios. Tal vez sea por eso que apenas el 23% de los padres indican restricciones para el uso de la compu.

Por Gabriel Giubellino
Fuente: diario “Clarín”