FRACASO ESCOLAR Y TELEVISIÓN
Un estudio realizado por Total Research revela que el 20% de los chicos pasa cuatro horas diarias frente al televisor y el 12% lo hace siete horas o más. Por otro lado, una investigación hecha en España por la encuestadora Nielsen – publicado en “Televisión y familia” de Ediciones Palabra – indica que a los 16 años un adolescente ha dedicado 46.200 horas a dormir, 22.500 a ver televisión y 13.500 a sus colegios. Estos datos nos hace reflexionar y preguntarnos: ¿se puede culpar a la televisión del fracaso escolar?, ¿no será que tienen otras carencias?
Creemos que no se puede hablar de una única causa en un problema tan complejo como el fracaso escolar. Tampoco de únicos y absolutos culpables: ni los padres que no asumen su responsabilidad como tales, ni docente negligentes, ni chicos que no estudian, ni la televisión que dispersa. Todos ellos comparten algo de esta responsabilidad. En los problemas en los que confluyen un conjunto de factores no cabe ser simplista en las soluciones.
El problema no esta en el medio sino en cómo se usa. Todo depende de qué es lo que se ve, cómo, cuándo y cuánto se ve. Vale hacer una comparación con la comida; el alimento es indispensable, pero un exceso hace daño; lo mismo con el calor que en exceso quema o la droga que puede curar o destruir.
Es importante distinguir los alimentos nocivos de los beneficiosos y sobre todo evitar los tóxicos.
La solución no esta en no comer sino en comer bien y en tiempos y cantidades adecuadas. De ahí que el desafío no esté en no ver la televisión, sino en hacerlo evaluando sus contenidos, diferenciando lo que sirve de lo que no sirve y distinguiendo la excelencia de la mediocridad. Lo mismo que no pondríamos un montón de buena comida delante de un lactante porque somos conscientes que su aparato digestivo no está preparado para asimilar cualquier tipo de alimentos; lo mismo con la televisión: es importante graduar la dosis y saber elegir.
Las aulas siempre albergaron alumnos que no estudiaban, aún antes que existiera la televisión. El que no esta motivado para estudiar, porque tiene problemas en su casa o porque se aburre en clase, si no viera televisión jugaría a las bolitas como lo hacían los que antes de la TV iban de colegio en colegio y de fracaso en fracaso. Apagar y no prender el televisor puede servir o no, pero no soluciona el problema del fracaso escolar.
Se puede decir que uno de los aspectos más positivos de la televisión es facilitar a una mayor proporción de la población el acceso a información y conocimiento, que antes no trascendían del ámbito académico.
Pero hay que puntualizar algunos aspectos negativos; el más notable es la velocidad del bombardeo de información que no permite espacios suficientes para la reflexión e interpretación sobre lo que se va recibiendo. Este ritmo agitado pude llevar a un proceso de masificación, y así como las masas ahogan al pensamiento individual y el juicio crítico personal y moviliza a personas a actuar diferente a su modo habitual, se pude decir que también puede llevar a una masificación en el pensar.
La televisión es solo un medio, y está comprobado que en los medios más carenciados, los chicos que tienen las mejores calificaciones son los que ven más televisión, porque dicen que de ella aprenden ya que es muy poco lo que reciben como estímulo en su ambiente. También es cierto que hay programas de televisión que refuerzan a la escuela, ya que son interesantes, entretenidos e instructivos.
La investigadora Tatiana Merlo Flores hizo un estudio con 2.000 chicos de 7 a 13 años de Capital Federal y Gran Buenos Aires, con una muestra al azar, sobre 40 escuelas. Del estudio surge que de los chicos de menores recursos, los que tiene mejor rendimiento en las escuela son los que más horas ven televisión. FUND TV considera que la televisión es una industria cultural por excelencia, un poderoso estímulo intelectual, además de fuente de información y entretenimiento.